sábado, 7 de febrero de 2009

¡Cuidado con lo que Escuchas!

La influencia de la música puede ser mayor de lo que imaginas

Por: Wolfang Stefani

Desde hace 2,000 años, la música se ha considerado una fuerza tan potente e influyente en la sociedad que los principales filósofos y políticos han abogado por su control, incluso a través de la constitución de su nación. Este fue el caso en Esparta y Atenas. En Japón, en el siglo III a.C., se estableció una oficina imperial de música (el Jagaku-ryo) para controlar actividades musicales.1 Otras culturas antiguas, como las de Egipto, India y China, manifestaron preocupaciones similares. Hoy, un control legislativo o gubernamental de este tipo sería casi incocebible,2 pero incluso en este siglo, hay gobiernos que han implementado leyes para controlar la música.

¿Cuál es el problema?
Muchas personas creen que la música – que no implica ningún problema y, por lo tanto, no requiere ninguna evaluación. Además, ¿por qué tanta preocupación por la música? ¿Cuál es el problema? Para los antiguos las respuestas eran claras. Creían que la música afectaba directamente la voluntad, la que a su vez influía sobre el carácter y por ende, sobre la conducta humana.
Así, por ejemplo, Aristóteles enseñaba que la “música... imita directamente (es decir, representa) las pasiones o estados del alma – apacibilidad, enojo, valor, templanza, y sus opuestos y otras cualidades; por lo tanto, cuando uno escucha música que imita cierta pasión, es imbuido por la misma pasión”.3
Esta no es la declaración de un cristiano ni del sínodo de una iglesia. Estas son ideas de filósofos paganos que vivieron 400 años antes de Cristo.
Algunos cristianos de hoy piensan que solo las iglesias ultraconsevadoras “fastidian” con el tema de la música, con el fin de restringir la libertad de expresión y poner otra carga en la consciencia. Sin embargo, la historia sencillamente atestigua que este no es el caso. A través de las edades, los cristianos, los educados y altamente respetados dirigentes y pensadores ha reconocido el poder de la música y la necesidad de manejarla con discreción.
Es significativo que un prominente antropólogo cultural contemporáneo, estudiante de la música de diversos pueblos alrededor del mundo, escribiera: “Es probable que no haya ninguna otra actividad cultural humana que sea tan generalizada y que impacte, modele y determine tanto el comportamiento humano”.4

¿Realmente Tiene Poder la música?
Entonces, ¿qué es lo que hace que la música tenga tanto poder? ¿Realmente impacta, modela y determina el comportamiento humano? ¿O será esta noción la reliquia de una antigua superstición? Para responder contestamos con amplia evidencia del poder de la música en la vida moderna. Por ejemplo: Podemos escuchar el fondo musical de una película, eliminado la imagen, y observar cuánto se puede determinar de la acción en la pantalla con tan sólo oír la música. O imagine una película de horror, de ciencia ficción, en la cual una monstruosa araña asesina se acerca a un inocente niño, que juega sin sospechar nada. Casi puede “oír” la espeluznante música de fondo, ¿verdad?
Pero, ¿por qué el productor de la película escogió una determinada música? Y, ¿cómo decidió qué música usar en cada escena? ¿Por qué no se utilizó la música de “El monstruo se acerca” en la escena de un cumpleaños o de un jardín de niños? Si se usara una letra como “duérmete, niño, duérmete ya” con la música de “El monstruo se acerca”, ¿se convertiría en una canción de cuna? O, si agregáramos el texto “El Señor está en su santo templo, calle delante de Él toda la tierra”, ¿sería adecuada la música de “El monstruo se acerca” como preámbulo para un culto de cristiano? La respuesta es obvia. Pero, ¿por qué?

Características de la música
Destaquemos, para responder, varios aspectos de la naturaleza de la música. Primero, la música, independientemente de la letra, comunica un mensaje. No son necesarias las palabras para que la música tenga significado.
Segundo, aunque algunos podrían argumentar que la música tiene diferente significado para diferentes personas, y que su efecto es sólo cuestión de una repuesta condicionada, ésta no es una premisa aceptada por los productores de películas, pues al incorporar un tema musical en una película, se da por sentado que tendrá un impacto similar en toda la gente. Si este no fuera el caso, la música para las películas no tendría ningún sentido en otros contextos culturales. Pero las investigaciones han demostrado que el condicionamiento no puede lograr que la música que transmite enojo y odio, o temor o suspenso, a un ser humano, comunique amor, alegría y paz a otros.5
En tercer lugar, los productores de películas obviamente suponen que el impacto de la música... puede influir sobre nuestras emociones y estados de ánimo, y en último caso afectar el comportamiento, inclusive, la toma de decisiones.

¿Por qué Funciona la Música Ambiental?
Es significativo descubrir que la música produce un impacto en esa porción del cerebro que recibe los estímulos de emociones, sensaciones y sentimientos sin pasar necesariamente por los centros cerebrales que involucran la razón y la inteligencia. En otras palabras, la música puede tener un impacto en nosotros sin que nos demos cuenta. La inteligencia, la aptitud musical, el entrenamiento, o el gusto, o estar conscientes de ellas o no, parecen tener poca repercusión.
En apoyo a esto la compañía Muzak, una de las principales productoras de música ambiental en Australia, reportó “un 17 por ciento de incremento en la productividad en una fábrica, un 13,5 por ciento de mejoramiento en el desempeño del personal de una oficina y un 53 por ciento de reducción en la rotación de personal en el departamento de reservaciones de una aerolínea”,6 después de haber instalado música ambiental.
La ciencia médica también ha explorado el potencial de la música para influir sobre el subconsciente. Por ejemplo, el número de junio de 1989 de la revista Prevention informó que “cuando te toca música para los pacientes antes, durante o después de la cirugía, se ha encontrado que se reduce la ansiedad, aminora el dolor, disminuye la necesidad de medicamentos y se acelera la recuperación. En otro estudio, cuando se ponía una música suave en una sala de operaciones durante la cirugía, la cantidad de sedantes requeridos disminuía a la mitad”.7
El mismo artículo, reportando otro estudio, observó: “El investigador estimó que la música tenía un efecto comparado a una dosis intravenosa de 2,5 miligramos de Valium”.8 Estudios similares se reportaron en el número de Reader’s Digest correspondiente a agosto de 1992.

Música en las Compras
La influencia de la música en la toma de decisiones fue puesta de manifiesto en un estudio de compras impulsivas. Esta investigación, realizada en la Universidad de Loyola, en Chicago, demostró que “vende más la música suave”.
Un folleto de la compañía Mazuk hace la siguiente afirmación: Guiada por una junta de asesores científicos, ahora Mazuk se interesa en la investigación de aplicaciones no recreativas de la música. “Hemos producido programas para estudios cardíacos, para reducir las tasas de mortalidad; programas especiales para mejorar el estado de alerta y seguridad de los operadores de automóviles, para mejorar la habilidad de aprendizajes de los estudiantes, la receptividad de los televidentes, y las reacciones de personas en complejo manejo de monitoreo”.9
En verdad, mucha de la música más escuchada ha sido desarrollada con un propósito ajeno a la motivación cristiana, con raras excepciones. Al aceptar la noción de la neutralidad moral de la música, los cristianos han sucumbido a la imitación de estímulos iniciados secularmente, abandonando la tarea de crear algo netamente cristiano en el arte musical. Una cosa es cierta: con el poderoso potencial que tiene la música para influir en el pensamiento y comportamiento humanos, podemos estar seguros de que el diablo no la pasará por alto en su esfuerzo por seducirnos.

Conclusión
La evidencia del poder de la música es abrumadora. Como cristianos debemos reconocer que la naturaleza de la música es tal, que puede afectarnos de muchas maneras. Indudablemente juega un papel preponderante en la batalla espiritual por las almas; particularmente en los eventos del fin de los tiempos. Se necesita sabiduría y perspicacia espirituales si hemos de glorificar a Dios con la música, porque “a menos que esté dentro de nosotros aquel que está sobre nosotros, pronto nos doblegaremos a aquello que está alrededor de nosotros”.10
En este asunto son necesarias la reflexión y la discusión con oración, aunadas a la disposición de seguir la dirección del Espíritu Santo y asumir una posición firme de parte de Dios en esta área, pase lo que pase. Que Dios bendiga nuestros esfuerzos por tomar las decisiones adecuadas con relación a la música.

Wolfang Stefani, es pastor ordenado de la Iglesia Adventista del Séptimo Día,
Y músico profesional. Tiene un doctorado en Educación Religiosa de la
Universidad Andrews, en Barrien Springs, Michigan.

Notas y Referencias:
1- Ivan Vandor, “The Role the Music in the Education of Man: Orient and Occident”, The Word of Music 22, 1980, p. 13.
2- Evidencia de esto es la indignación surgida en Estados Unidos cuando, a mediados de la década de los ochenta, se sugirió que las grabaciones de música popular llevaran una nota de advertencia si la letra era explícitamente pornográfica o volenta.
3- Donald Jay Grout, E History of Western Music (Londres: J. M. Dent e Hijos, 1973), p. 7. Compárese con los escritos de Confucio en The Wisdom of Confucio (Neuw York, Random House, 1938), pp. 251-271.
4- Alan P. Merriam, The Anthropology of Music (Chicago, Illinois: Northewestern Universiry Press, 1964), p. 218.
5- Véase Manfred Clynes, Sentics: The Touch of the Emotions (New York: Anchor Press/Doubleday, 1977), pp. 45-51.
6- Anne H. Rosenfeld, “The Sound of Selleing, The Beautiful Disturber”, Psychology Today, 19 de diciembre, 1985, 56.
7- Robert E. Orenstein y David S. Sobel, “Guetting a Dose of Musical Medicine”, Prevention 41, junio 1989, pp. 97-98.
8- Ibíd.
9- “Mazuk... in Offices”. Folleto publicitario de Mazuk, una compañía Teleprompter de Australia.
10- P. T. Fortsythe, en Franklin Segler, Cristhian Wordship: Its Theology and Practice (Nashville, Tennessee: Broabman Press, 1967), p. 81.

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