jueves, 22 de noviembre de 2007

La mejor adoración para el Señor


Por Donald Whitney

La respuesta tan entusiasta que hubo hacia el artículo La mejor adoración para el Señor me animó a escribir una serie. Si usted aún no lo ha leído, lo invito a hacerlo antes de leer esta segunda parte.

1. Planee un culto de adoración solo para aquellos que pueden adorar

Muchas iglesias planean sus cultos de adoración como si los no creyentes pudieran adorar. Sin embargo, el apóstol Pablo deja en claro en 1 Corintios 12.3 que «…nadie puede decir que Jesús es el Señor, excepto por el Espíritu Santo». Obviamente que cualquier persona puede expresar dichas palabras pero a menos que el Espíritu Santo more en ella no puede decir tales afirmaciones como una expresión sincera de verdadera adoración. En otras palabras, aquellos que no conocen a Jesús como Señor (y por tanto no tienen el Espíritu Santo) no pueden adorar a Dios, así que ¿por qué designar un culto de adoración a Dios con aquellos incapaces de adorar? Planeamos cultos y eventos evangelísticos para los no creyentes, los cultos de adoración son para los creyentes.

En esta misma epístola a la iglesia de Corinto, el apóstol criticó algunas de las prácticas de adoración y les preguntó: «Por tanto, si… entran algunos sin ese don o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos?» (1 Corintios 14.23). Se puede hacer cualquier comentario sobre este pasaje, si bien Pablo consideraba la entrada de incrédulos al culto de adoración como una posibilidad, claramente esperaba que la adoración ocurriera en una reunión de creyentes. Y después de que Pablo instruyera a los creyentes de Corinto un poco más sobre los elementos de adoración, concluyó: «Todo esto debe hacerse para la edificación de la iglesia» (1 Corintios 14.26 NVI) [cursivas añadidas]. De esta forma, la adoración a Dios es un evento que ocurre dentro el círculo de los de la iglesia de Dios. Si bien es cierto que es bueno estar concientes de la presencia de no creyentes cuando adoramos, no deberíamos planear cultos de adoración para ellos.

2. Mantenga la tecnología bajo control

Con esto me refiero principalmente al uso de la tecnología audio-visual computarizada en los cultos de adoración. Sea cauteloso de su poder seductor. Si bien la tecnología puede ser útil y eficaz, las ilimitadas posibilidades de experimentar con ella puede abarcar el tiempo que hubiera sido mejor utilizado a la hora de preparar el contenido de dicha presentación. A menudo es más divertido preparar una presentación de PowerPoint que un sermón. Pero el resultado puede ser una deslumbrante presentación de un pobre mensaje.

Asegúrese de que la tecnología haga que las personas presten atención al mensaje, y no a la presentación en sí. Usted no quiere que la tecnología cautive a las personas de su congregación al punto de que se pregunten cómo desarrolló tan brillante presentación de PowerPoint en lugar de absorber el mensaje. También tenga cuidado de que las herramientas no distraigan la atención que se debería poner en el mensajero. El Espíritu de Dios se derrama sobre las personas y no sobre la tecnología. Así que asegúrese de que el equipo y los programas sirvan y fomenten la relación humana entre el mensajero y los receptores en vez de despersonalizarla. También esté atento a que un espíritu de profesionalismo no acompañe al creciente uso de la tecnología y desarrolle una mentalidad de presentaciones en aquellos que la usan.

Es fácil convertirse extremadamente dependiente de la tecnología audio-visual. Conforme crezca la influencia de la tecnología en nuestra cultura, así su uso en la iglesia puede demandar mucho más tiempo y recursos (humanos y económicos). Es cierto que la tecnología pobremente utilizada puede distraer tanto como la que es exagerada. Incluso con un sistema audio-visual de tecnología de punta, la adoración es imposible cuando hay ruido que molesta los oídos o una búsqueda desenfrenada de diapositivas para encontrar la correcta. Los técnicos necesitan ser tan diestros como los músicos y otros líderes de adoración. Pero si este último puede llamar demasiado la atención hacia su rol en el culto de adoración, así también puede el primer grupo. No se ponga en una posición donde un problema técnico, una falla en el disco duro, o una ausencia inesperada arruine el culto de adoración a Dios en su iglesia.

Nota: Si su culto de adoración sale al aire por algún canal o por Internet, mantenga todas las cámaras en la parte de atrás (y lo más inmóviles posible), incluso si esto reduce significativamente la calidad de su «producción». Su responsabilidad es la experiencia de adoración de los presentes y nunca sucumbir ante la seducción de la «excelencia» de la experiencia de aquellos que verían el programa. Nada puede distraer más nuestra atención de Dios que un camarógrafo que se mueve de aquí para allá durante el culto de adoración. Y nada comunica más la impresión de que las personas están observando un programa en lugar de una experiencia de adoración que la presencia de las cámaras en medio de los adoradores y los líderes de adoración.

3. Pase los anuncios, bienvenidas y tiempo de saludos al principio o final del culto

Históricas Confesiones de Fe como la de Westminster (1647) y la Segunda Confesión Bautista de Londres (1689) han reconocido que hay «acciones que son comunes en todas las sociedades humanas» las cuales se permiten en la adoración pero bajo la guía de las «reglas generales» de la Escritura. Todas las «sociedades humanas», entre ellas la iglesia, deben tener anuncios. No siempre es posible imprimir los anuncios, y hay algunos que son tan importantes que requieren de un énfasis verbal. Generalmente, el mejor tiempo para anunciar los asuntos importantes es cuando la mayor parte de la sociedad está presente. En la iglesia, ese tiempo es el culto de adoración. También es «común en todas las sociedad humanas» —entre ellas la iglesia— darle la bienvenida a los invitados de la reunión de la sociedad. Además, muchas iglesias tienen la costumbre de saludarse unos a otros durante el transcurso del culto, y algunos encuentran una base bíblica para esta actividad en varios textos como por ejemplo Romanos 16.16, «Saludaos los unos a otros con un beso santo.»

En cualquier grado, sería muy difícil afirmar que estas actividades se enfocan en Dios tanto como los elementos de adoración como por ejemplo la lectura de la Palabra, la oración, y los cantos que alaban al Señor. Por eso, con el fin de no provocar que las personas dejen de enfocarse en el Señor, pase los anuncios, las bienvenidas y los saludos para el principio o para el final del culto. Algunos dirán que los anuncios, etc., antes del culto los distraerá de la preparación de adoración. Otros protestarán que si los pasan al final se disminuirá el impacto del sermón. Pero algunos anuncios son inevitablemente necesarios e interrumpir el flujo de la adoración por causa de ellos es peor que abrir o cerrar el culto con ellos.

4. Prepare a su congregación para que adorare

Antes de que el culto comience, ¿su congregación suena como si estuviera en un estadio de fútbol? Eso solía molestarme bastante, especialmente después de que visité una iglesia coreana donde los adoradores entraban en silencio y oraban individualmente hasta que empezaba el culto. A pesar de que yo deseaba que ocurriera lo mismo en mi iglesia, me di cuenta que el ruido antes del culto era el sonido de una reunión familiar. Eso también me gusta escucharlo. Es una buena señal cuando los miembros de la iglesia se alegran de verse. También para ellos es espiritualmente saludable que quieran hablar entre sí, particularmente en una iglesia donde los miembros viven en lugares distanciados y por eso no se pueden ver entre semana.

Nuestra solución fue disfrutar de la reunión familiar antes del culto, para después tener una transición a un momento de silencio y así prepararnos para reflexionar. En resumen dije algo como esto: «Bienvenidos al culto de adoración al Señor Jesucristo resucitado. Este es el día del Señor. Y nuestro grandioso privilegio y responsabilidad en este día es adorarlo como su pueblo. Vamos a pasar los próximos momentos en silencio para preparar nuestros corazones y mentes para así adorarlo.»

Sin una guía, la mayoría de los adoradores no se prepararán para adorar. Recuérdeles lo que necesitan hacer, y separe un tiempo para que se preparen para eso.

5. Crea un llamado para adorar

La adoración comienza demasiado abrupta en algunas iglesias, incluso en algunas donde hay un momento de silencio antes de iniciar. «Bienvenidos a nuestra iglesia. Estamos muy contentos de que nos acompañe esta mañana, especialmente si nos está visitando. Por favor abran sus himnarios en la página…»

Un claro comienzo del culto de adoración que es conocido como «el llamado de adoración» ayuda a las personas a pasar de la preparación a la adoración real. Va más allá de la bienvenida y del anuncio del primer cántico. En lugar de eso, explícitamente notifica a las personas que la adoración ha iniciado para que así concentren su atención en la persona de Dios, y no solamente la siguiente actividad por realizar («Por favor abran sus himnarios en la página…»).

Hay algunos llamados de adoración en los Salmos, por ejemplo el Salmo 95.6–7:

«Venid, adoremos y postrémonos; doblemos la rodilla ante el Señor nuestro hacedor. Porque él es nuestro Dios, y nosotros el pueblo de su prado y las ovejas de su mano.»

Textos como estos funcionan como llamados de adoración. Pero también pueden servirle como una guía para que usted componga sus propios llamados de adoración. Observe que este texto es tanto un llamado para adorar al Señor como una razón para adorarlo. Estos son los sencillos y esenciales elementos de un llamado para adorar.

Este pasaje también muestra cómo la introducción de la adoración puede ser muy breve. Si bien este es bastante resumido, algunas veces un buen llamado de adoración se extiende hasta dos o tres párrafos cortos que empiezan con los eventos del mundo o la temporada y los traslada a un llamado y razones para adorar a Dios.

6. Introduzca sabiamente los nuevos cantos

Debido a que las congregaciones ocasionalmente descubren buenos himnos que antes eran desconocidos para ellos y debido a que siempre habrá gente que escriba nuevos cantos, el repertorio de adoración de cada iglesia siempre debe ampliarse. Si bien una iglesia saludable a menudo aprende cánticos nuevos, estos deben introducirse sabiamente. Si hay muchos cánticos nuevos que se introducen rápidamente, la experiencia puede ser algo abrumadora y hasta puede llegar a distraer a la congregación. Incluso un nuevo canto por mes es más de lo que muchas iglesias pueden soportar.

Pero el cuándo es tan importante como el cuán a menudo. El culto dominical pocas veces es el momento más apropiado para introducir un nuevo canto. Generalmente, para las personas es más difícil concentrarse en Dios cuando cantan una canción poco conocida que una más familiar. La adoración del culto del domingo en la mañana debería fluir fácilmente, y no pausadamente con la incertidumbre presente. Así que si debe introducir un nuevo canto el domingo en la mañana, pídale a una persona o a un grupo cantar parte o toda la canción para que así la congregación pueda escucharla antes de intentar cantarla. Mejor aún, enséñela por primera vez en otro culto, por ejemplo la noche del domingo o del miércoles o cuando se reúna su grupo pequeño. Conozco una iglesia bastante grande que se reúne en un lugar distinto al templo un domingo por la noche cada tres meses para cantar juntos, y es en ese momento cuando aprenden nuevos cantos. Se toman su tiempo para aprender acerca del trasfondo y la teología de la canción, cómo cantar las notas musicales, y también experimentan una ocasión única de comunidad. Es una hermosa forma de aprender nuevos cantos, y cuando se canta por primera vez el domingo en la mañana la mayoría de las personas no se confunden.

7. No oculte las ceremonias religiosas

Una creciente escuela de pensamiento ministerial piensa que la naturaleza del bautismo y la Cena del Señor hacen que las personas no creyentes se sientan excluidas y que tales sentimientos provoca que no sean tan receptivos al evangelio. Como resultado, muchas iglesias voluntariamente realizan las ceremonias religiosas solamente en algunas ocasiones (por ejemplo en las reuniones entre semana) cuando no se espera un gran número de no creyentes. Pero las personas no creyentes deberían sentirse excluidas de la familia de Dios, porque esa es la realidad. Tanto Jesús como el apóstol Pablo se referían a ellos como «los de afuera» (vea Marcos 4.11; 1 Corintios 5.12–13; Colosenses 4.5 y Tesalonicenses 4.12). De hecho, a menudo el Señor utiliza estos sentimientos de separación de la vida y familia de Cristo como medios para crear deseos sobre lo que se están perdiendo.

Además, ambas ceremonias están diseñadas en parte para presentar el evangelio. Con respecto a la Cena del Señor, por ejemplo, 1 Corintios 11.26 dice: «Porque todas las veces que comáis este pan y bebáis esta copa, la muerte del Señor proclamáis hasta que él venga.» Y la proclamación de la muerte del Señor es exactamente lo que las personas no creyentes necesitan. Muchos nunca están más atentos que como cuando observan a los nuevos creyentes testificar en el día de su bautismo acerca del poder salvador de Jesucristo. No rehúse compartir las bendiciones de las ceremonias del pueblo del Señor en su día, ni tampoco rehúse presentar el evangelio a los no creyentes por medio de estas ceremonias.

8. Comparta la declaración de fe de su congregación

En una ocasión, me invitaron a predicar en una iglesia bastante grande en un pueblo cercano a un área metropolitana. Le pregunté al pastor anfitrión cuál era la Declaración de Fe que su iglesia había adoptado. No lo sabía. Había formado parte del equipo por siete años y no sabía que creencias había confesado su iglesia. Además, ni siquiera estaba seguro de cómo poder averiguarlo. Después de las largas jornadas de investigación y de revisar documentos y publicaciones, finalmente encontró un documento que expresaba la declaración de la iglesia. Cuando ni siquiera los miembros permanentes del equipo conocen la declaración doctrinal de la iglesia, entonces ¿cuán importante cree usted que es para su iglesia la doctrina y la integridad de esa confesión?

Una manera de evitar que su iglesia olvide su Declaración de Fe es leerla en forma colectiva regularmente. Lean en voz alta un párrafo por semana y si es posible expliquen o ilustren brevemente su significado. Usted tal vez desee revisarla continuamente, o cada vez que terminen de leerla tal vez quiera hacer alguna pregunta (una o dos por semana), o un pacto o alguna declaración de fe como lo hicieron los apóstoles en la antigüedad, antes de regresar a su declaración doctrinal. Al hacerlo no solo mantendrá esos vitales documentos visibles, también llevará a cabo el mandato de Jesús de enseñar a su pueblo todo lo que él nos ha encomendado (Mateo 28.20).

9. Fomente la confesión colectiva de pecados

¿Cuándo fue la última vez que escuchó a alguien dirigir a la iglesia en un momento de oración durante el culto para confesar: «Señor, tanto como iglesia y como individuos hemos pecado contra ti, y por eso nos detenemos ahora para confesarte en silencio nuestros pecados y pedirte que nos perdones»? Los mismos elementos de la oración privada (tales como alabanzas, agradecimientos, peticiones, etc.) deberían estar presentes en las oraciones ofrecidas en nombre de la iglesia. Por eso, así como confesamos nuestros pecados cuando oramos en privado, deberíamos confesar nuestros pecados cuando oramos en forma colectiva. ¿Le parece? Pero ¿ocurre esto regularmente en su iglesia?

Aquí no me refiero a que el líder de oración siempre debería intentar nombrar los pecados cometidos por toda la iglesia. Eso debería hacerse solamente cuando la iglesia concuerda en haber cometido algún pecado en particular. Tampoco quiero decir que la confesión de pecados en privado es menos importante que aquella cuando estamos en un culto de adoración. Por el contrario, quiero enfatizar que así como la adoración privada generalmente se caracteriza por la confesión de pecados y la petición de perdón, el mismo espíritu debería marcar nuestro culto de adoración a Dios cuando estamos todos los hermanos reunidos.

Las palabras originalmente inspiradas por el pueblo de Dios para usar en la adoración colectiva (es decir los Salmos) nos enseña por ejemplo a orar de esta forma (vea el Salmo 51, como ejemplo). El Padre Nuestro la oración dada por Jesús (en Mateo 6.9–13) es otro ejemplo. En cualquier momento que oremos esto en la iglesia, le decimos al Señor todos juntos «perdona nuestras deudas». Además, en una época cuando la palabra pecado apenas se menciona en el culto de adoración, una expresión pública de humildad ante el Señor como la confesión de pecados y la petición de que nos perdone puede ser una forma de declarar la necesidad de las personas en hacer lo mismo.

10. Utilice las Escrituras como base para sus oraciones rutinarias

Un día asistí a un culto de adoración un domingo por la mañana donde se le pidió a «Juan» que orara, algo que había hecho muchas veces en esa iglesia. Conforme hablaba, un niño de cinco años que estaba cerca del frente comenzó a orar con él y repetía las mismas palabras de Juan. Como si fuera un dúo de oración, los dos continuaron como si estuvieran recitando el Padre Nuestro, excepto que usaban «la oración de Juan». Juan repetía la misma oración tan a menudo que un niño de tan solo cinco años era capaz de recitarla.

Todos nosotros hemos escuchado —y tal vez ofrecido— oraciones «espontáneas» durante el culto de adoración. Cualquier situación repetitiva de oración tiende a producir una oración repetitiva. Por ejemplo, cuando hacía la oración pastoral en el culto de adoración cada semana, me sentía tentado a repetir las mismas palabras y frases ya que el propósito y las metas de esa oración eran casi siempre idénticas. Y la verdad es que el número y tipo de situaciones de oración (tales como el principio o final del culto, antes de las ofrendas, etcétera.) del culto rara vez cambian.

Así que si se cambia el contenido de estas oraciones rutinarias, podría afectar inmediata y notablemente el culto de adoración. Y no hay mejor forma para cambiar continuamente su contenido que «basarlas en las Escrituras». Seleccione una parte o toda la oración presente en algún pasaje de la Biblia (aquí incluyo los Salmos) para expresar en las oraciones públicas. Por ejemplo, si quiere orar utilizando el Salmo 23, después de leerlo comenzar su oración con: «Señor, te agradecemos por ser nuestro Pastor. Verdaderamente eres el Buen Pastor. Por favor pastorea nuestra iglesia, especialmente en el problema de _________.» Continúe así hasta que llegue al final del capítulo o sintió que ya era tiempo de concluir la oración. Otra opción es orar utilizando varios versículos de una de las epístolas, al igual como los Salmos, utilice el pasaje como el patrón de lo que le ofrece al Señor en nombre de la congregación.

Al utilizar este método no solo orará sobre los asuntos que usted siempre menciona en estas situaciones normales, sino también pedirá por ellos en formas tan estimulantes como nunca antes lo había expresado. Además, las Escrituras lo incitarán a orar sobre los asuntos importantes que de otra forma no hubiera mencionado. Ningún otro enfoque genera dicho potencial para cada oración ofrecida en el culto —desde la oración pastoral hasta aquella que es inspirada en el momento por parte de algún miembro— para que esta sea fresca y vivaz y llena del poder de la Palabra de Dios.

Usted podría incorporar algunos de estos cambios en su culto de adoración el próximo domingo. Algunos de ellos hay que discutirlos y coordinarlos primero con los otros líderes. Otros requieren de algún tipo de enseñanza y hasta quizá una explicación en el culto del domingo en la mañana antes de ponerlo en práctica. Pero, sin importar el orden en que los incorpore, ¡qué el Señor lo bendiga con su sabiduría y gracia para ir un paso más allá. Él merece la mejor adoración que su iglesia pueda ofrecer.

Este artículo se publicó por primera vez en www.BiblicalSpirituality.org Usado con permiso.

Título del original: Ten More Ways to Improve your Church’s Worship Service

Copyright © 2001 por Donald S. Whitney.

Traducido y adaptado por DesarrolloCristiano.com. Todos los derechos reservados

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